Cuando la incertidumbre crece en los mercados, una respuesta común en las empresas no preparadas es que los equipos se paralizan.
Vivimos en un mundo Vuca, un acrónimo en inglés que resume a un entorno marcado por la volatilidad (V), la incertidumbre (U), la complejidad (C) y la ambigüedad (A).
Un mundo inmerso en un proceso dinámico de transformación, que requiere adaptarse constantemente a cambios en las formas de consumo, producción, comercialización y distribución. También a las nuevas modalidades de trabajo y a la incorporación de tecnologías emergentes.
La pregunta clave ante este contexto es si nuestros colaboradores cuentan con la información y preparación necesaria para desenvolverse en esta situación claramente compleja. Si no poseen las capacidades para hacerlo, esta carencia impactará en su desempeño profesional y en la productividad, competitividad y los resultados de las empresas para las que trabajan.
Esta adaptación continua –imperiosa y absolutamente imprescindible-, debe gestionar diversos desafíos como la resistencia al cambio, las dificultades propias de incorporar una innovación, o la necesidad de sumar procesos y nuevas formas de gestionarlos.
Incluso puede requerir cambiar el foco de una posición laboral y como consecuencia de ello, incorporar nuevas competencias.
En el marco de esta transición, las estrategias de capacitación son determinantes para trabajar la incorporación de conocimientos y habilidades, y producir los comportamientos que requiera el negocio.
Además, de desarrollar las capacidades para gestionar los desafíos y aprovechar las oportunidades que trae el cambio, generando una mentalidad flexible y resiliente.
En este punto, también es importante tener en cuenta, cuál es el nivel de adaptación con las tecnologías que se incorporan a los procesos de aprendizaje. Con este objetivo, la Association for Talent Development (ATD) efectuó una encuesta en LinkedIn que arrojó los siguientes resultados:
- 55% se percibió como Early Adopter, es decir, adoptadores tempranos.
- 25% se consideró innovador
- 16% manifestó hacerlo al mismo tiempo que la mayoría
- 3% se reconoció rezagado.
Lo interesante es que, a medida que se acelera la incorporación de nuevas tecnologías, la apertura de las organizaciones y los profesionales al cambio es cada vez mayor.
De hecho, una reciente encuesta realizada por Accenture a 4.054 personas a través de LinkedIn, reveló que el 49% acepta el cambio en sus organizaciones en relación a nuevos procesos y tecnologías, mientras que el 34% de los encuestados se manifestó abierto al cambio. Es decir, el 83% de las respuestas fueron favorables. Del 17% restante, el 10% duda ante el cambio y solo el 7% se resiste a la transformación.
Por otra parte, la actitud de los colaboradores también es positiva en relación a la incorporación de nuevas competencias.
Según los resultados del reporte Global Workforce of The Future 2023 de Adecco, el 73% de los trabajadores indicó que tienen la intención de permanecer con su empleador actual, “siempre y cuando tengan acceso a oportunidades de formación y crecimiento profesional”.
De esta manera, las capacitaciones cumplen un doble propósito:
- Aportar los conocimientos y habilidades que requiere una posición y un colaborador en particular.
- Fortalecer la fidelización de los recursos humanos.
Debemos estar atentos y enfocar los esfuerzos en desarrollar la capacidad de adaptación y formación de nuevas competencias para nuestros equipos.